Triolet
Tus ojos de lirio dijeron que si,
tus labios de rosa dijeron que no.
al verme a tu lado, muriendo por ti,
tus ojos de lirio dijeron que si.
Auroras de gozo rayaron en mi;
mas pronto la noche de luto volvió:
tus ojos de lirio dijeron que si,
tus labios de rosa dijeron que no.
I
Algo me dicen tus ojos;
mas lo que dicen no sé.
Entre misterio y sonrojos,
algo me dicen tus ojos.
¿Vibran desdenes y enojos,
o hablan de amor y de fe?
Algo me dicen tus ojos;
más lo que dicen no sé.
II
Para verme con los muertos,
ya no voy al camposanto.
Busco plazas, no desiertos,
para verme con los muertos.
¡Corazones hay tan yertos!
¡Almas hay que hieden tanto!
Para verme con los muertos
ya no voy al camposanto.
III
Los bienes y las glorias de la vida
o nunca vienen o nos llegan tarde.
Lucen de cerca, pasan de corrida,
los bienes y glorias de la vida.
¡Triste del hombre que en la edad florida
coger las flores del vivir aguarde!
Los bienes y las glorias de la vida
o nunca vienen o nos llegan tarde.
Placeres de la soledad
Pláceme, huyendo el mundanal ruido
tender al bosque mi ligero paso
y en la negrura espesura errar perdido
al fallecer del sol en el ocaso.
Pláceme agreste monte y escondido,
luna que brilla en el etéreo raso,
volcán de eterna nieve revestido,
fuente sonora y arroyuelo escaso.
Que en tu recinto, soledad secreta,
duerme el dolor que al infeliz oprime
y es todo paz y venturanza quieta;
habla el silencio en tu solemne calma,
adormecido el universo gime
y ábranse a Dios el corazón y el alma.
Vivir y morir
Humo y nada el soplo de ser:
mueren hombre, pájaro y flor,
corre a mar de olvido el amor
huye a breve tumba el placer.
¿Dónde están las luces de ayer?
Tiene ocaso todo esplendor,
hiel esconde todo licor,
todo expía al mar de nacer.
¿Quién rio sin nunca gemir,
siendo el goce un dulce penar?
¡Loco y vano ardor el sentir!
¡Vano y loco anhelo el pensar!
¿Qué es vivir? Soñar sin dormir.
¿Qué es morir? Dormir sin soñar.
Amar sin ser querido
Un dolor jamás dormido,
una gloria nunca cierta,
una llaga siempre abierta,
es amar sin ser querido.
Corazón que siempre fuiste
bendecido y adorado,
tú no sabes, ¡ay!, lo triste
de querer no siendo amado.
A la puerta del olvido
llama en vano el pecho herido:
Muda y sorda está la puerta;
que una llaga siempre abierta
es amar sin ser querido.
y A la naturaleza
ResponderEliminarExtraordinario
ResponderEliminarmuy humanos poemas
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